Coordinar el desarrollo y la experiencia


A la hora de crear la experiencia de un producto, tenemos que tener en cuenta un factor muy técnico que es el orden de desarrollo y puesta en producción de funcionalidades. Esto depende en gran parte de los recursos que disponemos y de cómo los utilicemos. Y la experiencia de nuestros usuarios también cambiará.

Para ilustrar la teoría, tomemos este gráfico como un eje cartesiano de funcionalidades y detalle, en el que cada punto representa una unidad de esfuerzo (habitualmente tiempo/persona).

Estado inicial

Es posible que se haya decidido lanzar todas las funcionalidades al mismo tiempo, aunque sea en un nivel básico, al que luego se le añadirán detalles. La impresión del usuario es un producto simple, donde se pueden hacer muchas cosas, pero que no es resultón o diferenciador con el resto de competidores.

Funcionalidades básicas

Otra opción es hacer una única funcionalidad completa hasta el detalle más mínimo. El resto de funcionalidades esperarían su turno hasta que el equipo de desarrollo pueda ocuparse de ella. La impresión del usuario es un producto donde se sólo se puede hacer una cosa, pero muy bien hecha. Cuando queramos añadir una nueva funcionalidad, el esfuerzo para que esté al mismo nivel que la otra deberá ser muy grande para no defraudar al usuario, que se ha acostumbrado a la excelencia.

Funcionalidad completa

Existe una combinación de las dos anteriores, en las que existe una funcionalidad totalmente detallada y otras que están en un estado básico. Este tipo de experiencias es muy frecuente en productos que nacen de la fusión de varios productos, en el que cada uno tiene un nivel de diseño muy distinto y la impresión que produce en el usuario no es precisamente la mejor. Como mínimo, que es un producto desequilibrado, o un tanto errático.

Desarrollo desequilibrado

Por último, puede darse el desarrollo en forma de cuña, en la que se seleccionan unas pocas funcionalidades y a unas se les da mayor detalle que a otras. No resulta espectacular al principio, pero se intuye que va a crecer a corto plazo tanto en altura como en anchura. Y su creciendo es paralelo al crecimiento de expectativas del usuario y por tanto, resulta algo natural.

Desarrollo en cuña

Dependiendo de la metodología de desarrollo que siga el producto, debemos planificar nuestros prototipos y diseños para que sean realistas con lo que se va a encontrar el usuario en el momento 0 de puesta en producción. He visto muchos prototipos hiperdetallados de una funcionalidad, pero que no tenían en cuenta que se iban a lanzar todas en modo básico. O por el contrario, centrados en resolver lo básico de todas las funcionalidades, cuando sólo se va a lanzar una.

La clave es sincronizarse con el equipo de desarrollo, no malgastar esfuerzos y ofrecer una visión realista de lo que será el producto antes de que sea lanzado a producción.