¿Y si el problema no es la interfaz?
A menudo nos encontramos con clientes desesperados porque sus webs no venden. A veces piden pequeños cambios, otras veces que se la cambies de arriba a abajo. Pero cuando analizas el servicio, te das cuenta de que por mucho que cambies la interfaz, el problema no sólo está ahi, sino que tu intuición te dice que es su modelo de negocio el que debería cambiar para que ganaran dinero. Por un lado, tú sólo tienes una intuición, mientras que el cliente tiene estudios de mercado, planes de negocio, una inversión muy fuerte en su idea… Confirmar tu hipótesis llevaría tiempo y dinero, cosa que el cliente no ha pedido, no ha presupuestado, ni probablemente quiera plantearse. ¿Qué hacer?
La primera opción es no meterse en ese jardín, rediseñar la interfaz y rezar para que todo le vaya bien.
Otra posibilidad es plantearlo en la propuesta, antes de ganar el proyecto, con la esperanza de que el cliente esté receptivo y acepte ampliar el presupuesto y el «scope» de su proyecto.
Finalmente, plantear la cuestión al final del research inicial, cuando has entendido e interiorizado el producto y la filosofía del cliente, y puede que incluso llegues a entender que tú no estabas en lo cierto.
La más fácil es la primera, pero también la que te deja con la sensación de no haber ayudado en nada a tu cliente. En la segunda corres el riesgo de que el cliente se enfade y te retire del proyecto antes de empezar; pero si al cliente le encaja tu idea, ganaría mucho tiempo y no gastaría dinero en algo que quizá no necesita. En la tercera opción ya os conocéis y os respetáis mutuamente, tienes más información del sector y del producto, y es complicado que se enfade tanto como para retirarte del proyecto; habrá gastado parte del presupuesto, pero con tiempo de rediseñarlo con otro modelo de negocio más adecuado a sus intereses.
Todas las opciones tienen sus pros y sus contras. Dependiendo del cliente, tu experiencia y el proyecto, elegiremos una u otra opción.